SANTIDAD DE LA PUERTA DE AL LADO

PRESENTACIÓN

“Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, «la clase media de la santidad».

Dejémonos estimular por los signos de santidad que el Señor nos presenta a través de los más humildes miembros de ese pueblo que «participa también de la función profética de Cristo, difundiendo su testimonio vivo sobre todo con la vida de fe y caridad»” (Gaudete et exsultate, 7-8)

 

Motivados y animados por estas palabras del Papa Francisco, podría ser interesante que abramos nuestros ojos, oídos, mentes y corazones para ser capaces de descubrir la santidad en aquellas personas de nuestra comunidad parroquial que nos han dejado un testimonio de vida que ha influido en la nuestra.

Como sabemos que la santidad cristiana no es “perfección” sino confianza plena en Dios que se traduce en amor a los demás, especialmente, a los más necesitados de este amor, nuestra mirada no busca personas “sin mancha ni arruga” sino personas “normales y comunes” que han sabido hacer extraordinario lo cotidiano.

Para ello, hemos pensado iniciar una colección de testimonios sobre personas de nuestra comunidad que han podido ser modelos de esa santidad “de la puerta de lado”, que tanto necesitamos. Seguramente, no conseguiremos que estén todos los que son, pero confiamos en la ayuda y colaboración de los que quieran participar.

 

JAVIER GARCÍA «EL LARGO». SANTIDAD SERENA.

No se había construido aún el actual templo parroquial cuando conocimos y nos encontramos con Javi por la parroquia de San Juan Bosco. Desde entonces comenzó una estrecha amistad, fruto de muchos momentos compartidos, que se mantuvo hasta que nos dejó, hace ahora más de un año.

Fuimos afortunados quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, y quizás lo más importante, de vivir muchas experiencias con él.

Ya por entonces empezamos a llamarlo no por su nombre, Javi García, sino como Javi “el largo” (evidentemente por su altura) o Javi “el de Cuétara” (por ser el lugar donde él vivía con su familia). Y lo fuimos conociendo poco a poco, y entró a formar parte, como uno más, de la familia salesiana de nuestra parroquia de San Juan Bosco.

Deportista, hasta tal punto que estudió para ser profesor de educación física y, cuando no ejerció como tal, siguió dedicado al deporte de una u otra forma durante toda su vida.
De corazón enorme con los demás, bondadoso, cercano. Excelente comunicador, reivindicativo y entusiasta en
tantas iniciativas como promovió con diversas organizaciones civiles y eclesiales. Compartía con las personas que lo conocimos su alegría de vivir, sus grandes ganas de vivir, de disfrutar el amor y la amistad.

Le encantaba la música y le gustaba cantar. De hecho éste fue un motivo también para juntarnos en el coro parroquial y en numerosas veladas y reuniones de amigos. Actuó en varios musicales en su época de estudiante universitario y acabó aprendiendo guitarra y canto. E incluso se atrevió a componer y a cantar lo que vivía en su interior, su experiencia de sentirse amado por Dios, a través de la música religiosa, acompañado de su familia.

Inconformista con su forma de ser, de vivir, con sus relaciones, con su experiencia de fe… Su ser solidario lo encauzó en la etapa final de su vida marchándose a una experiencia de misiones en sus
vacaciones.

Javi “el Largo” simplemente quiso ser cristiano. Y fue muy exigente consigo mismo porque su deseo siempre fue ser un buen cristiano. Y lo fue. Un buen cristiano, otro santo de la puerta de al lado. Y así lo sentimos todas las personas que lo conocimos.
Resulta significativo que mi último recuerdo de Javi, que nunca olvidaré, fue la eucaristía vivida con él y otros amigos y familia pocos días antes de su muerte.

Nos duele, Javi, el vacío que nos dejaste y que debemos aprender a rellenar con los grandes recuerdos que tenemos de ti y de tantas vivencias compartidas.

Gracias por tu amor sin condiciones, gracias por haber existido en nuestras vidas.
¡Fuiste querido por tantas personas! Y que más se puede desear cuando la trayectoria vital que ha distinguido a una persona llega a su fin. No hay mejor legado. No hay mejor regalo.
Y sigues aquí… y así permanecerás. Somos nosotros y nosotras quienes estamos obligados a mantener tu ejemplo de convicción y de determinación, y hacer que tu labor de entrega a los demás haya tenido sentido. Ojalá que haya muchas personas como tú, que no se recuerden por lo que fueron, sino que estén presentes por lo que siguen siendo en nosotros.

Somos ahora nosotros los responsables de que la vida y la labor de Javi “el largo” sirvan para construir ese Reino de Dios que él deseó en su corazón y que todos llevamos en nuestros corazones.

Code.

 

TERESA CÍVICO, SANTA EN EL MUNDO OBRERO MÁS EMPOBRECIDO. 18-2-1953/3-2-21

Teresa Cívico, que nos dejó para ir a los brazos del Padre en febrero de 2021, fue un espíritu libre que siempre tomó las riendas de su vida a pesar de las dificultades, pero viviendo con mucha intensidad y planificando siempre cómo vivir y al final de sus días cómo morir. Fue una mujer que estuvo siempre dispuesta para los demás, para recibirlos y acogerlos, sin forzar, acompañando siempre. Supo aprovechar lo que le hacía más persona, lo que miraba a un mundo más justo. Siempre soltó lastre de las cosas que nos sujetan a la vida, de lo insustancial, lo mezquino, lo insignificante. Quiso aprender y abrirse a la trascendencia, iniciándose así en la HOAC. El fondo de Solidaridad Diocesano de la HOAC lleva su nombre.

Teresa se dejó influir más por el espíritu que por la apariencia, siempre atenta a los demás. Teresa defendía públicamente el proyecto de la olla comunitaria, en el que participaba, con vehemencia, sencillez, pasión, convencimiento y sobre todo con una gratitud propia de los humildes y sencillos a los que se refería Jesús, frente a los sabios poderosos y entendidos. En todos estos hechos de vida se agiganta su persona para trascender en el Padre y propagarse en la infinidad de la Vida Nueva.

Teresa murió como había vivido: desprendida, valiente y confiada. Es admirable cómo afrontó el final de su vida, con la tranquilidad de conciencia y aceptando lo que viniera con una enorme paz interior.

En sus últimos días de enfermedad severa la vimos bromeando, sin parar de reírse, siempre recordando anécdotas, momentos, contactos con compañeros, amigos…Nunca triste, sin quejarse…diciéndonos lo feliz que era, por sus hijos, por su hermano…; la paz que sentía. Sin miedos, sin pesares, comprobando así la fuerza que le daba Dios.

Teresa estuvo entre los bienaventurados de este mundo antes de dejarnos y estará donde estén los mansos, los sencillos y los limpios de corazón. Será una persona que jamás nos dejará, porque su esencia quedará, su voz quebrada por la enfermedad se escuchará y su risa se sentirá. Teresa jamás nos dejará porque es eterna. Han sido eternos sus gestos de generosidad, de alegría, de búsqueda de la justicia y de fortaleza ante la enfermedad.

Todavía resulta extraño no verla, no hablar con ella, no compartir las alegrías, preocupaciones y tristezas de los amigos, familiares y de los más débiles para los cuales siempre tenía esa palabra de aliento

Amiga nuestra disfruta de esa gran luz en los brazos amorosos de Dios Padre y Madre. Nos quedamos con muchas cosas tuyas: con tus enseñanzas, con tu sonrisa y tu alegría de vivir, con tu animada charla, con tu a portación siempre trascendente, con tu ropa compartida y con tus regalos personalizados. No necesitamos más que pensar en ti para tenerte y llevarte con nosotras, siempre. Descansa en paz.