Los diferentes grupos de la Casa Salesiana han participado en una formación conjunta sobre el primer anuncio, una de las claves y tarea urgente propuesta por el Sínodo de los obispos.
El salesiano y Delegado Inspectorial de Pastoral Juvenil, Jordi Lleixá, ha sido el encargado de dirigir esta reflexión sobre la llamada a la conversión y al cambio pastoral necesario según propone el Sínodo de los Obispos.
Para ello ha profundizado en lo que supone para los cristianos y para una presencia salesiana ese primer anuncio vinculándolo al encuentro personal con Jesucristo Resucitado y cómo en ese encuentro las personas cambian sus vidas.
Para ello ha evocado el pasaje de la Samaritana a la que en ese primer encuentro llena su vida de sentido. Un primer encuentro que será el principal pero no el único y que requiere de una presencia educativa, significativa que acompaña y que genera confianza porque parte de una explicación vivencial del que llama. Un primer anuncio que no parte de la ética ni de unas ideas sino de una experiencia personal de fe.
Un primer encuentro dirigido al corazón del otro, no a la cabeza, que se da privilegiadamente en los sacramentos pero que se da en la vida ordinaria. Un primer anuncio que va unido y en estrecha colaboración el Espíritu Santo, que cuida otros elementos, que no es solo intelectual, que no solo se da en la acción solidaria. En esos ámbitos se hace necesario el anuncio explícito consistente en anunciar que Jesús es el Señor y que es la motivación fundamental de la fe que lleva al anuncio.
Un primer anuncio que implica estar con los más pobres porque si no es así no es creíble. Un primer anuncio que se da en el sufrimiento, como realidad ideal de ese anuncio ya que si se ama al otro hay que comunicarle que Jesús sustenta esos momentos de sufrimiento. Un primer anuncio a los alejados. Un primer anuncio creíble, visible, comunitario, que celebre, con momentos fuertes, con cuidado, con formación, con comunicación de experiencias, con espacios para el diálogo con otros no creyentes, con acompañamiento, con un lenguaje adaptado a cada etapa, con implicación de las familias de los jóvenes como vocación de presencia salesiana.