Antonio Montero Marroquí, nació en Rute (Córdoba), el 20 de octubre de 1924. Sus padres, Francisco y Ana, tuvieron una prolija familia de nueve hijos. La bondad y dulzura en el trato la apredió en el seno de una familia piadosa y de un sentido estricto del deber. Su padre, sargento carabinero, fue destinado a la salesiana ciudad de Morón de la Frontera (Sevilla). Allí conoció Antonio a los Salesianos y se enamoró definitivamente de su carisma.
Antonio, decidido a seguir las huellas de Don Bosco, ingresó en el aspirantado de Montilla en 1939, cuando sólo contaba con 15 años de edad. En 1943, tras cuatro años en la ciudad de San Francisco Solano, finalizados los estudios de humanidades, escribe al entonces director de Montilla D. José Báez, su petición para ingresar en el noviciado de San José del Valle. Durante el curso 1943-44 realizó el noviciado en la casa de San José del Valle (Cádiz). El 15 de agosto de 1944 realiza, en la misma casa del noviciado, su primera profesión religiosa. Los estudios de filosofía los realizará sucesivamente en la casa de San José del Valle (1944-45) y Consolación de Utrera (1945-46). El trienio práctico lo comenzará en su querida casa de Antequera, donde tantos años estuvo posteriormente (1946-47) y lo finalizará en Jerez de la Frontera – Torres Silva(1947-49).
Realizará los estudios de teología en el Seminario Teológico Salesiano de Carabanchel (Madrid). Allí hará la profesión perpetua el 12 de octubre de 1949. Tras finalizar el curriculum de estudios, es ordenado sacerdote en Madrid el 20 de junio de 1953 por la imposición de manos y la oración consecratoria del Excmo. D. Juan Ricote Alonso, Obispo Auxiliar de Madrid.
Su trayectoria pastoral.
Ordenado sacerdote, pletórico de celo pastoral, comienza su periplo como sacerdote. Sus primeros pasos como catequista los dará en la casa de Málaga (1953-55) y La Orotava (1955-57). En la misma casa de La Orotava continuará otros cinco
años (1957-62), en esta ocasión como ecónomo.
Tras su estancia en las islas y demostrada su calidad salesiana, la obediencia lo destinará como director a la casa salesiana de Ronda – Santa Teresa (1962-67). Será el inicio de su larga trayectoría en casas con destinatarios muy humildes. De la sierra de Ronda a la vega de Antequera. D. Antonio pasará 9 años en la casa salesiana «Sagrado Corazón» como director e incaricato (1967-76). Serán años de enorme entrega en un internado de destinatarios verdaderamente pobres. Durante estos años un grupo de profesores y educadores del patronato dificultaron enormemente su tarea y tendrá que afrontar su tarea de dirección sorteando continuas dificultades.
En el curso 1976-77 el inspector considera oportuno que, tras su larga estancia en Antequera, cursara un año de renovación pastoral en nuestra casa salesiana de Barcelona-Martí Codolar. Allí estudiará teología pastoral. Tras este receso dedicado a su aggiornamento es enviado como ecónomo a la casa de Ronda (1977-79). Tras un breve año como incaricato de nuevo en Antequera (1979-80), es destinado a la casa del Zaidín en Granada (1980-85). Allí de nuevo tendrá la responsabilidad de la economía.
Y de Granada a la provincia de Jaén. Primero en nuestra casa salesiana de la capital del Santo Rostro (1985-1991). Allí ejercerá como incaricato y párroco. Es una época fecunda pastoralmente. Es muy conocido y querido por todos los habitantes del polígono del Valle. La parroquia San Juan Bosco, con el corazón pastoral de D. Antonio, ahonda sus raíces en la diócesis.
Y después, Linares (1991-94) como vicario de la comunidad y profesor de nuestro colegio de San Agustín. Recordado y estimado en la provincia de Málaga vuelve de nuevo a las casas de Ronda (1994-97) y Antequera (1997-99) donde desarrollará la tarea de párroco en el entorno rural que tanto conocía.
Los años pesaban y D. Antonio, a pesar de su dinamismo, no podía seguir asumiendo responsabilidades. Es enviado de nuevo a la parroquia San Juan Bosco de Jaén durante un extenso período de 9 años (1999-2008). Allí prestará su servicfio sacerdotal a quién se lo pida, además de mostrar su rostro más amable visitando a todos los parroquianos allá donde fuera necesario (asilos, colegios, centros sociales, etc.). Como bien dice D. José María Martín Flores, director suyo durante 6 años: «Antonio fue un “salesiano todo terreno” que, con su presencia sólo, ayudaba a hacer comunidad y a testimoniar el peculiar
carisma de Don Bosco».
El inspector, a pesar de sus 84 años, consideró oportuno enviarlo a la casa salesiana de Alcalá de Guadaira (2008-2011), donde ejercería su labor sacerdotal con entrega y generosidad. En esta casa comenzó su breve calvario como enfermo. Un ictus obligó a su hospitalización y posterior recuperación en Pedro Ricaldone (Sevilla). En el verano de 2011 es destinado a la casa María Auxiliadora de Córdoba para su recuperación. Allí estuvo poco tiempo porque en una caida se rompería la cadera y tras la intervención en el Hospital General de Córdoba no se recuperó más. Murió el 30 de julio de 2011.
RASGOS PERSONALES
– SIEMPRE ALEGRE Y CON BUEN ÁNIMO. Encarnó a la perfección esta característica tan evangélica y salesiana. Su buen ánimo era fruto del optimismo que brotaba por todos los poros de todo su cuerpo. Siempre quiso ver el lado bueno de las cosas y, por ello, desdramatizaba todo lo que estaba a su alrededor.
– SENCILLO. En sus relaciones y en su modo de concebir la animación salesiana. Era asequible a todos, creaba rápidamente confianza a su alrededor. Su naturalidad en el trato le ganaba rápidamente los corazones.
– SIEMPRE DISPONIBLE: Nadie nunca fue capaz de ver amodorrado a D. Antonio. Siempre dispuesto a realizar cualquier tarea que se le encomendara. Y cuando no había tarea concreta que hacer él se la buscaba. Todavía recuerdo cómo, ya teniendo una cierta edad, en Jaén, visitaba los colegios públicos de la zona, los asilos, los locales de la FPDB, para hacerse cercano y mostrar su disponibilidad. Amó profundamente a la Congregación Salesiana y demostró su cariño con una obediencia sin tacha. Durante algunos años tuvo que asumir tareas poco agradables como director. Pero, como él mismo indicó “contribuyó en todo momento al “engrandecimiento de la Congregación”.
– SACERDOTE EJEMPLAR Y PIADOSO: Quiero resaltar en primer lugar su identidad sacerdotal sin tacha.
Era ejemplar como pastor, celoso en su entrega y piadoso en su modo de vivir el sacerdocio».