In memoriam, D. Francisco Aneas Ruíz

3 junio 2021

Director de la Casa de Jaén (200-2002).

D. Francisco nació en Otívar (Granada). el día 2 de abril de 1931 en el seno de una familia profundamente cristiana. Toda la familia acogió con gran alegría el deseo manifestado por Paco de hacerse sacerdote, un deseo que marcó toda su vida. En su infancia recibió con otros compañeros suyos clases del cura párroco como preparación para ingresar en el Seminario.

Ingresado en el Seminario de la Diócesis, hizo con seriedad sus primeros estudios. Durante loa años de Filosofía perteneció a un grupo de la HOAC, que le ayudó a conocer la doctrina social de la Iglesia y a su predilección al trabajo con los más pobres. Inició los estudios teológicos en el Seminario Mayor de Granada, haciendo el primer año en la Facultad de Teología de la Cartuja. Finalizado el curso se vio obligado a cuidar de su salud y dedicó parte de su tiempo al trabajo de la Parroquia con clases particulares y ensayos de teatro.

Por entonces leía la vida de Don Bosco y decidió ser como él, educador de jóvenes abandonados. Visitó la casa salesiana de Granada y solicitó su admisión para hacerse un día salesiano. Fue admitido como aspirante salesiano a sus 23 años cumplidos. Comenzó el noviciado en San José del Valle (Cádiz) el 15 de agosto de 1955. Allí hizo su primera profesión religiosa el 16 de agosto de 1956 y allí mismo el curso siguiente como asistente de novicios. El curso siguiente, trabaja en el Colegio de Málaga como asistente y maestro (1957-58).

Hizo sus estudios de Teología en Posadas (Córdoba) durante los años (1958-61), donde se preparó al sacerdocio. El 24 de junio de 1961 recibió la ordenación presbiteral en Córdoba. Estrenó su pastoral sacerdotal como capellán militar donde ejerció un apostolado admirable entre los soldados (1962-64). Fue muy valiosa su ayuda en la Parroquia salesiana de Santa Catalina (Las Palmas), sobre todo en la barriada del Barranquillo, donde se ganó el cariño de los más necesitados.

Al terminar el trienio, en 1964 es destinado a Roma para hacer un curso de Teología en la Pontificia Universidad Lateranense.

Posteriormente desarrolló con gran celo su trabajo pastoral en las diversas misiones que se le confiaron en las casas de la Inspectoría: Granada (1965-68); párroco en Las Palmas (1968-74); párroco en Linares (1974-76); rector del Santuario de Ronda (1976-81, 2002-04); rector del Santuario de Málaga (1981-2000); párroco en Jaén (2000-2002); es destinado a Córdoba (2002-06) y, finalmente a Granada el último año de su vida, 2007.

RASGOS DE SU VIDA SALESIANA

  • Amigo de sus amigos.

Paco sabía ser amigo en la intimidad. Así supo crear y cultivar muchas amistades. Aunque siempre tenía una palabra buena para todos. Siempre era cercano, amable y disponible.

Sabía cuidar la convivencia que lo unía a las personas. Sabía atender con educación y amabilidad a alumnos, profesores y a la gente sencilla. Trataba con especial atención a los jóvenes caídos en la droga, a las familias destrozadas, a los jóvenes en paro y a todos cuantos acudían a él. Como párroco tocaba la miseria, veía las necesidades, confortaba a los enfermos y se entretenía cariñoso con los niños; intentaba ser amigo de todos.

  • Sacerdote siempre.

Fue sacerdote desde su infancia como lo confesó a sus padres y hermanos. Vivía su sacerdocio con convicción, expresándolo visiblemente en la predicación de la Palabra de Dios y en su celo en la administración de los sacramentos, en especial el de la Reconciliación, una herramienta pastoral donde sembraba el Evangelio con sus sabios y oportunos consejos; levantaba el ánimo y ayudaba a todos a ser fuertes y a estar en paz consigo mismos y con Dios.

  • Hombre de Iglesia.

Manifestaba su gozo de haber trabajado «un poco» como servidor de la Iglesia, sobre todo durante sus años de entrega pastoral parroquial en los diversos destinos que había tenido.

Asimismo recordaba su trabajo pastoral en los grupos de cursillo prematrimoniales y su actividad parroquial en Las Palmas y en Jaén.

  • Apóstol de María Auxiliadora.

El amor a María Auxiliadora fue una de sus características más sobresalientes en su vida. Podemos decir que fue un verdadero apóstol de María Auxiliadora, la devoción que selló su vida sacerdotal y salesiana.

Dedicó muchas horas al trabajo pastoral a la Asociación de María Auxiliadora (ADMA) en todos los ambientes salesianos que trabajó. Tuvo especial devoción por la imagen de Málaga, a la que recordaba como suya y por la que trabajó incansablemente.

Para fomentar la devoción mariana escribió tres libros a modo de devocionarios que distribuía, sobre todo en el mes de mayo. He aquí sus títulos: «Con María en el camino de la fe», «María Auxiliadora en Málaga» y «Con María encontramos el rostro de Cristo».

  • Hijo de Don Bosco.

«Mi único deseo, desde que conocí a los Salesianos fue ser salesiano; y no solo esto, sino que mi primer amor a la Virgen fue el de María Auxiliadora, aprendido de mi madre. Le escribo esta carta de petición con la esperanza de ser hijo de Don Bosco en la Congregación más grande, más simpática y llena de juventud». Así escribía en 1955 al Sr. Inspector de Córdoba solicitando ser admitido al noviciado.

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